Ensalada de Hojas Verdes
En la onda de almorzar sólo, en una de las largas estadías en Chicago conseguí un sitio pequeño en la la esquina de la calle donde me alojaba. No recuerdo el nombre, pero era bueno, y se llenaba, por lo cual casi siempre iba a deshoras.
En ese sitio probé esta ensalada que servían de acompañante, simplísima, pero deliciosa, gracias al secreto que descubrí recordando el sabor y experimentando, porque nunca pedí la receta.
Es una ensalada tan honesta que con ella he puesto a comer verdes a quienes decían "yo no como monte!". Su textura es sensual, como lo es su preparación.
Ingredientes para dos personas
- Un manojo de hojas verdes. Lechuga, rúcula, berros, o achicoria, variado, y dependiendo de lo que se vaya a acompañar, porque hay hojas de sabores bien fuertes.
- Aceite de oliva
- Vinagre balsámico
- Sal y pimienta
Preparación
El primer paso es romper las hojas con las manos, agregarles un poco de aceite de oliva, y acariciar cada hoja hasta que esté cubierta de una fina capa de aceite, como si tratara de una sesión de sensual fito-masaje . En este paso consiste todo el secreto de la receta.
Se agrega sal y pimienta al ojo. Los condimentos se van adherir a las hojas acariciadas, así que hay que ser prudentes con la cantidad.
Como toque final, se agrega un chorrito de vinagre balsámico, que no va a penetrar ni adherirse a las hojas, sino "sangrar" por la ensalada hasta el plato, permitiendo que cada quién se lo administre a su gusto.
Buen provecho!